miércoles, 31 de marzo de 2010

Simplemente yo

Aunque sé que éste no es el mejor momento para escribir, aquí estoy desahogándome una vez más, en éste, para mí, mi maravilloso blog. No porque tenga nada de extraordinario, sino porque aquí he sido simplemente yo.
Se acaba marzo y no sé si reir o llorar. Ha sido un mes tan extraño, tan doloroso, tan disperso.
Ha sido un constante caer, levantarse y volver a caer. Ha sido volver a sentir esos dolores que pensé ya no volverían, esa pena profunda, y al mismo tiempo sentir la fuerza del aquí y del ahora para soportar todo y seguir caminando con esas heridas que quedan en lo profundo de nosotros.
Cuántas ganas de proteger a quienes amamos para que nada los afecte, para que no sufran ni una gota, para que su vida sea una luz permanente... ahí, cuando eso no sucede, me doy cuenta de lo insignificante que soy, y que quizás el ego hizo que en algún momento creyera que podría frenar cualquier dolor, y ahí, de nuevo entender de golpe lo que significa la humildad del alma, volver a sentir que no puedo frenar dolores ni penas pero sí puedo aliviarlos con abrazos, con conversaciones y con el alma abierta y dispuesta a seguir entregando mi amor incondicional a los que adoro. Y así, la vida continúa, y es cliché, pero es cierto. Continúa y seguimos caminando, golpeados, adoloridos, pero aún así, agradecidos de ésta vida que más que nada nos enseña a golpes y porrazos a ser mejores seres humanos. Namasté.